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Nuestras percepciones (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Cuando al principio de nuestras vidas adquirimos, cerca
de los diez años, la facultad de evaluar y de establecer
un campo de sentimientos acerca de nuestra imagen corporal,
estamos simultáneamente cargando con cantidades e
intensidades variables de
energía psíquica todos los elementos que en suma
nos definen.

En esos sistemas
operativos se fundamentan las bases de nuestra autoestima.

Podemos decir que la "superioridad orgánica"
existe, como desde temprano lo expresan los niños
en sus juegos
exploratorios. Entonces, ser delgada es ser superior, para
quienes así se valoran.

El ideal de ser
delgados

En nuestra cultura la
esbeltez ha sido frecuentemente juzgada como atributo de belleza,
perfeccionismo y éxito.
Muchos estudios científicos nos recuerdan que desde los
tiempos de Howard Taft, los presidentes de los Estados Unidos
prefieren mantenerse en la línea, al menos durante sus
campañas para ser electos. Otros estudios nos aseguran que
la persona delgada
goza de mayor popularidad y aceptación (aun entre los
niños) que quien no lo es. (Aquí repetiremos lo que
dijéramos en nuestra Lección Número
16
, que aparece en monografías.com, donde,
además de aprender acerca de las drogas, nos
enteramos de que James Madison fue el presidente norteamericano
más delgado y Howard Taft el más gordo). Eso los
distingue, si nada más…

Ser delgados es ser exitosos — aunque no sea axioma,
así muchos lo interpretan.

Jan Saudek

La Era de la
Obesidad

La obesidad es
una característica que carece de elementos que nos
confieren ventajas físicas, adaptivas o sociales. Debido a
su predominio creciente, hoy se la considera problema de salud
pública de la mayor importancia y es responsable por
el nacimiento de una industria
dietética que se gana anualmente muchos miles de millones
de dólares malgastados.

La obesidad, la dieta, la bulimia y la
anorexia.
Cabalgan juntas como jinetes de una Apocalipsis del consumismo
desenfrenado de comidas ricas, sabrosas y de alta densidad
calórica. O de un esfuerzo denodado a combatir los
resultados de una vida de excesos dietéticos.

La distorsión como defensa de los logros
obtenidos con sacrificios

Cuando nuestros egos se definen por cualquier cualidad o
virtud, esa misma cualidad o virtud se reviste con una carga
emocional que se conoce como una catexis de energía
narcisista, similar a las fuerzas físicas del mismo nombre
conocidas en la física o el psicoanálisis. Esa fuerza ejerce
una influencia poderosa en nuestros afectos y en nuestra
capacidad de ser felices con nuestros propios cuerpos.

Lo que la obesidad, en cualquier forma, significa para
todos

La obesidad, para quien hubiera ganado una figura
aceptable para sí misma; significa el retorno a la
autoestima reducida y a la pérdida de lo que la hiciera
tan infeliz.

Para la anoréxica o para la bulímica
significa una privación total del narcisismo distorsionado
que, emocionalmente, las definiera como mujeres muy (pero,
muy) flacas.

La distorsión ocurre porque, ante la idea de
volver a ser corpulenta, sistemas de
alarmas que han cesado de servir funciones
adaptadoras se despiertan creando pánico
en el extremo. Y, entonces, la mujer
así afectada desarrolla una reacción
automática, autónoma y refleja que despierta
respuestas de emergencia para que oponga todo progreso hacia
reponer el peso perdido.

En cierto sentido la imagen que, en el espejo se
refleja, es una visión fantasmagórica que crea el
peor de los terrores que la víctima puede sentir. Una vez
que los sistemas que nos alertan de que peligros existen;
éstos responden con alarma y temor, entonces nuestras
mentes dejan de funcionar racionalmente y se tornan en máquinas
de defensas cuyo único objetivo es o
escapar la amenaza o destruirla. La amenaza en este caso es una
"realidad" que sólo existe n la mente de quien la
experimenta como peligro.

La resolución
de este conflicto

Solamente con la terapia intensiva de naturaleza
profunda pueden las distorsiones perder su impacto, cesando de
interferir con la paz interna de quienes la sufren.

Así, y gracias a la neurociencia, se entiende
este hallazgo misterioso…

Ahora, proseguiremos con otra ponencia que, a
ésta se relaciona.

Las personas que
son esteatocrípticas y sus dilemas

Dr. Félix E. F. Larocca

Esteato: del griego, grasa o gordura.
Críptico, oculto o invisible. Con este neologismo
designamos a quienes han perdido su corpulencia por medio de las
cirugías que removieran grasas
subcutáneas o que redujeran el volumen del
estómago. Porque a pesar de ser flacas, después de
la operación, a menudo paliativa, se sienten ser y
son esencialmente personas gordas…

En un artículo previo, musitaba que la obesidad
es el triunfo de un instinto sobre la razón. Y, a pesar de
que no es una verdad axiomática, no deja de ser un
concepto
bastante acertado.

En mi presentación enciclopédica: La
Dieta Paleolítica, Paraíso Perdido
; logro hacer
lo que nadie, en mi conocimiento,
haya logrado anteriormente en el estudio de la corpulencia del
ser humano, que es analizarla y lograr explicarla desde todos los
puntos de vistas posibles.

Jan Saudek en su representación
del crecimiento de Verónica nos revela la grasa
esteatocríptica…

Pero aún así, este logro es muy modesto,
ya que nadie parece haber conseguido localizar la bala de plata
que la controle o que la erradique en su totalidad.

Lo que poseemos en nuestro "arsenal"
terapéutico:

  • Las dietas restrictivas, son una "enfermedad" de
    naturaleza única y que por sí mismas empeoran, en
    vez de mejorar la corpulencia humana.
  • El ejercicio físico tampoco la
    evita.
  • Las cirugías cosméticas como son la
    liposucción y la remoción artificial de grasa
    subcutánea no logran sus propósitos
    y,
  • Las reducciones del estómago, aún para
    los cirujanos quienes las hacen, son emoliente físico
    que poco logra desde el punto de vista emocional para el
    paciente.

Muchas víctimas de estas operaciones
continúan comiendo subrepticiamente, en cantidades
enormes, ya que lo hacen por medio del consumo de
sustancias de alta densidad calórica en forma
líquida; el helado siendo la de mayor popularidad.
(Véanse mis muchos artículos al
respecto).

En otras palabras: que el gordo permanece gordo en su
mente
, no importa lo que para evitarlo se trate.

¿Por qué la gordura es tan tenaz en sus
resistencias
al tratamiento?

Para que sea de esta manera existen razones muy
poderosas que aún los que creen ser más conocedores
en el campo, desconocen. La razón porque las desconocen
está fundada en que para entender el enigma de la
adiposidad humana hay que partir de un modelo ajeno
al que todos inútilmente aplican. Me refiero al modelo
tripartito o bio-socio-psicológico. Que es
precisamente el modelo con que hoy se intenta el estudio
de las dolencias mentales. (Véase mi artículo
reciente: La Obesidad: Indefensión ¿Aprendida o
Innata?
)

La gordura como
adaptación descarrilada

Como antes hemos expresado, la adaptación que la
gordura presenta como ventaja a nuestra especie es que nos basta,
si sólo de manera temporaria y únicamente, para
sobrevivir en los tiempos de escasez — que
fueran comunes en el período paleolítico superior.
Esa escasez relativa de alimentos no se
halla en el mundo mal-conocido como "civilizado". En realidad, lo
que encontramos, en la forma de comidas altamente densas y en
abundancia enorme, son manjares que han puesto en peligro a un
porcentaje muy alto de individuos de todas las edades en casi
todos los países que los fast food han invadido,
conquistándolos, como en el nuestro sucede.

Lo susodicho en el párrafo
anterior constituye el aspecto sociológico o del entorno
que promueve la gordura que hoy tratamos de combatir sin
resultados.

El aspecto biológico, es la reacción del
hipotálamo cerebral al ataque continuo con que se le
impone el consumo de grasas y azúcares que terminan en ser
acumuladas como tejido adiposo. Tejido adiposo que el cuerpo
está regulado para defenderlo.

Finalmente, es el psicológico, ya que la comida
para tantos es una fuente de paliación para la ansiedad o
la depresión;
mientras que algunas sustancias comestibles se procesan en el
cuerpo de modo similar a las sustancias que crean dependencias
psíquicas. (Véase mi ponencia: La Neurociencia,
la Obesidad
y las Endorfinas donde asimismo se aplican
conocimientos derivados a las otras disorexias).

En
conclusión

El dilema terapéutico para el gordo no es
removerse la grasa quirúrgicamente o reducir el
tamaño del estómago, ya que ambos procedimientos
solamente evitan el ataque frontal al problema desde un
ángulo multifacético.

El resultado del post-operatorio es que el paciente
permanece siendo, sintiéndose y actuando "gordo" en su
mente, lo que reduce su autoestima y lo mantiene en un estado de
angustia crónica, creando un círculo
vicioso.

¿Qué queda por hacer? Para la respuesta a
esta pregunta tan pertinente, léase mi artículo
La Opción de Hobson en el Tratamiento de la
Gordura
.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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